lunes

Futuro Perfecto

Si me muero, quiero, vivir en un sepulcro de madero-pulcro. Un cajón vertical, con tapa arriba, para que quede parado, con los pies paralelos al suelo, pues no quiero ver crecer las plantas desde abajo, como todos, sino a mi lado, para que ellas comparen que también yo fui raíz-pies y tallo-cuerpo y para que comprendan lo que es cierto: esa savia que comienza a manar lozana algún día formará parte de un cuerpo muerto.
Un sepulcro vertical, sin horizonte plano, con meta celestial en un punto recóndito, distante, sin final, Muerto pero de pie, como debe ser, sin sueño eterno, en cama forestal, pero parada.
En vano se sorprenderán al principio los gusanos que buscan la carroña al ver el madero sin ancho, dispuesto a lo largo en el compacto paraje subterráneo.
Se sentirán equivocados, sin brújula, desorientados, pero igual realizarán su trabajo: corroerán el leño noche y noche (bajo la tierra no existe el día), y llegarán al cuerpo que alguna vez fue vida, y comenzarán la tarea de transformarlo en tierra, alimento vegetal, cimiento, abono productivo de florido huerto.
Y ya no seré muerto sino comida: fresca lechuga, sabroso tomate, vino de uva. Y estará mi cuerpo, molécula extraviada, en casas, cuerpos vivos y ensaladas, en el ardiente beso de dos amantes, y en el ladrillo simétrico de una escuela distante.
Y mi mente ... mi mente estará en mis hijos, que son la muerte superada, la continuación, el sentido, la meta, que no terminará en ellos, sino que seguirá en sus hijos...Y así mi mente, que es la mente de mi padre, se verá mil y mil veces multiplicada, y en su destino enriquecida a cada instante, pues así vale la pena vivir la vida, ¡porque es vida y es camino!
Pero necesito estar un tiempo solo, cuerpo y mente en el sepulcro, sin que nadie nos alcance. Es lo oportuno: mente y cuerpo siglo veinte planificando el veintiuno, haciendo por fin el balance.
Tendré miedo que se apuren los gusanos de afuera, porque los de adentro me esperan. Tendré miedo que trabajen con afano y perforen mi madero...
Si me muero, concluido ya el desenfreno y con la paz que espero, quiero vivir en San Leo mirando hacia el Tirreno, en un sepulcro vertical y de madero, pero de madero duro que es más duradero. ¡Menuda tarea la de mis herederos!