domingo

Autoblografía

Ésta es la primera Autoblografía Ilustrada* de la Red, según lo consignan el Internet & Media Research Laboratory de Pasadena, EEUU de Norte América, y la Agencia Europea de Comunicación Virtual.

*AUTOBLOGRAFÍA ILUSTRADA: Autobiografía hipertextual, en formato Blog.
(Diccionario Telemático Americano, edición 2005)


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ACLARACIÓN NECESARIA:
Ésta es una Página Web en constante construcción, que estará finalmente terminada (como toda autobiografía), cuando el autor deje de escribirla, ya sea por cansancio u óbito.

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AGRADECIMIENTOS:
El protagonista quiere hacer público su agradecimiento al autor de su autobiografía hipertextual, por el esfuerzo que le está demandando concretar en formato digital el propósito de este libro virtual.


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sábado

Mis Tres Padres


Mi papá Carlos, mi mamá Chichita, y mi papá Alberto

Una persona que pretende ser original, creativa e innovadora y por ende asume un destino acorde, necesariamente debe contar desde su más tierna infancia, desde las primeras hojas que se escriban en el libro de su vida, con ciertos aspectos distintivos, con características peculiares que lo diferencien de lo convencional.
Por eso y sin lugar a dudas, haber tenido dos padres y una madre, es un dato autobiográfico inicial que nutre y consolida el espíritu de lo antedicho.

Carlos Lecuna fue el novio de infancia de Chichita Rojas, siendo éste un noviazgo tan puro y platónico como el que podían tener los niños de antaño.
Pero el destino quiso que la joven se casara con Alberto Francisco Melograno, cuando Carlos -convencido en esa época de sus ideales patrióticos- fue a servir a la Patria al lejano sur, en el único ámbito donde se desenvuelven los verdaderos soldados, a juzgar por su arrojo y determinación: la Infantería de Marina.
La historia de Chichita (lejos estaba ella de saberlo), superaría la más fecunda fantasía, sería más increíble que la más imaginativa de las ficciones.
Alberto Francisco, su primer marido, tenía los días contados, cosa que ella desconocía por completo, como también lo desconocían los padres del muchacho, quienes conformaban una típica familia italiana que a fuerza de grandes esfuerzos había logrado hacerse de un muy buen pasar económico.

La bomba de tiempo se llamaba reumatismo cardioarticular, la enfermedad que "lame las articulaciones y muerde el corazón". Una estúpida angina, una amigdalitis, suele ser el inicio: el estreptococo se instala y sus toxinas pasan a la sangre, inflamando las articulaciones y lesionando de muerte las válvulas cardíacas. Una enfermedad letal para una época en la que aún no se comercializaba la penicilina.
Alberto Francisco Melograno, murió a los veinticinco años, a los cinco meses de haberse casado con Chichita, sin saber que iba a tener un hijo, arrojando las jeringas con analgésicos contra la pared de su habitación, porque no le calmaban los dolores que sentía en su cuerpo.
Carlos volvió a Mar del Plata tiempo después, desilusionado de las fuerzas armadas, porque el premio que le correspondía por ser el mejor de su promoción, (un viaje alrededor del mundo en una de los buques insignia), se lo otorgaron a otro camarada de armas, oportunamente relacionado con la cúpula del poder militar de entonces.
Sentado cerca de la vidriera de un bar del barrio Don Bosco junto a unos amigos, Carlos vio pasar por la vereda de enfrente a una persona a quien inmediatamente reconoció. Era Chichita, vestida de negro como lo exigían las familias italianas, caminando lentamente, llevando de la mano a un pequeño que no llegaría a los dos años de edad.
Está visto aquello de que "el primer amor nunca se olvida", máxime si es el amor puro e inmaculado de la primer infancia, ese que siempre está rodeado del halo de los fantástico y maravilloso. Carlos sabía que ella se había casado y enviudado, y que había tenido un hijo, pero de saberlo a verlos, había un trecho diferenciado por la emoción.
El amor era tan grande, que incluso logró doblegar el lógico rencor del hombre de algún modo despechado, el ancestral machismo exacerbado en un hombre con formación prusiana, el que ella no lo haya esperado, el que hubiera tenido un hijo con otro.
Sin siquiera pensarlo, salió del bar y cruzó la calle. La mirada de ese niño con sus inmensos ojos celestes borraron cualquier atisbo de enfado. A partir de ese momento, Carlos Lecuna supo que sería definitivamente el verdadero y único padre de ese pequeño.




Uno de los principios irrenunciables de la vieja imaginería popular era el famoso apotegma: "Si está gordito está sano", razón por la cual todo el mundo estaría más que feliz al contar en la familia con un bebé tan rozagante, pletórico de rollos y ávido comensal. En esa época había un corredor automovilístico que no le perdía pisada a Juan Manuel Fangio, y que era famoso por sus dimensiones cefálicas.
Los pícaros tíos maternos del niño, al apreciar la similitud, no tardaron en darle el primer apodo al pequeño: "Froilán González".

Con mi mamá, en la casa de mis abuelos maternos. Chichita no era psicolingüista, ni sabía desde el punto de vista de la lectoescritura de métodos sintéticos codificados (alfabético, fonico, silábico) o analíticos integrales o eclécticos, ni de fonemas, grafemas y morfemas... Pero el caso es que a mis dos años, sin ser docente ni ostentar título académico alguno, con su paciencia maternal y su voluntad de pedagoga intuitiva, ¡había logrado enseñarme a leer!

Un ícono marplatense



Durante décadas, por no decir siempre, estuvo tan claro y evidente como esos secretos a gritos, que no sacarse una fotografía de estas características (no quieto, sino caminando por la rambla marplatense), era lo mismo que no haber ido a Mar del Plata. Era como ir a la Fontana di Trevi y no arrojar una mísera moneda, como ir a Londres y no conocer el Big Ben, ir a París y no subir a la torre Eiffel.
Así que ya saben... Si fueron a Mar del Plata y no se sacaron esta foto, en realidad nunca fueron a Mar del Plata.


Las vacaciones de la hermana de Carlos Lecuna (la genial e incomparable tía Pochi) a EEUU, significó al regreso de la misma, la incorporación de una indumentaria que fue la envidia del barrio y del colegio. Desde el gran país del norte llegaron regalos desconocidos en estas latitudes: pilotines de plástico, camisas y remeras espectaculares, y una campera de color marrón oscuro con cuello de piel que no quería sacarme ni para ir a dormir...


De punta en blanco, albura perfecta, impecable y feliz, en la puerta de casa, ocho menos cuarto de la mañana, en mi primer día "oficial" de clases, marzo de 1957.
El primero de 2888 días en el colegio Don Bosco de Mar del Plata. Ese mismo día conocería a mi primer maestro, el coadjutor salesiano don Héctor Botta y a mis primeros compañeros de clase, Francisco Abel Yanibello, Masitelli (uno que se orinaba encima cotidianamente), y a los únicos cuatro con los que terminaría los doce años de colegio en el mismo colegio: Carlos Daniel Parra, Osvaldo Tieri, Juan Carlos Juárez, y Carlos Cora.
El primer grado fue decepcionante para un niño que leía desde los dos años, y que hacía tiempo que escribía. El aburrimiento era total. Mi primer grado fue un verdadero perdedero de tiempo. Afortunadamente la parotiditis urliana saló en mi ayuda, y gracias a las paperas, estuve más de un mes sin ir a clases, lo que hizo que el suplicio fuera más llevadero...



Aquí estoy con Andrés Edgardo Ortiz, y Juancito "Yaneke" Smekens, mis dos amigos de mi infancia escolar (porqque también estaban mis amigos de mi infancia barrial: priemro y ante todo, los hermanos Miguel y Enrique Montiel, y después el resto: los hermanos Patanía (los hijos del pescador), el gordo Daniel Sansevero, el Polo Esperón, Carlitos el de enfrente (que siempre la ligaba), Alberto Bercovich, el flaco Cmpolieti, "Pitín" Meatz, Minguito el hijo del dueño del bar de la esquina, Beto Alegre, el nieto del turco Salvador, dueño del almacén de la otra esquina, el Carloncho...
Esta foto fue premonitoria para Smekens: él esta mirando con una sonrisa al avión que sostengo en mi mano en un vuelo imaginario... Hoy en día, el Dr. Juan Luis Smekens es un importante funcionario de la Lockheed Martin...
Ir a la casa de Yaneke era para mí un descubrimiento constante. Sus padres eran belgas, y no había cosa que no me asombrara en esa inmensa propiedad ubicada en Jara y Alberti. el padre entre otras cosas, se dedicaba a la marroquinería, y ya entrar a hurtadillas al taller cuando estaba vacío, era toda una aventura. era una familia muy culta, y Smekens tenía varios hermanos dos mayores que él, y uno menor. Un día con un aparatito de plástico parecido a un largavistas, y donde se introducía un disco con pequeñas diapositivas, vi imágenes del Atomium, una construcción que recreaba la estructura del átomo, y que con el correr de los años conocí personalmente. (El Atomium fue construido para la Feria Mundial de Bruselas de 1958)
El Atomium de Bruselas

Otra sorpresa era la comida. Los Smekens comían cosas desconocidas para mí, y que ahora son moneda corriente. Eso sí, todo era casero, fruto de las habilidosas manos de la madre de Yaneke: en su casa conocí por vez primera el yogur, el pan negro, el queso crema tipo "Mendicrim", y un dulce que no sé de qué era (quizás de higo), y que era un manjar...

Esta foto de mis dieciocho años me causa gracia, parece un daguerrotipo de principios del siglo pasado. Mi cabello ondulado se resistía a obedecer el mandato de la "Lord Cheseline". No había gomina ni fijador que lo domesticara. Finalmente, con el correr de los años, hice lo que debía haber hecho de entrada, ir en contra de la moda de los pelos achatados con "Alerta" o engrasados con "Brilcrim", y dejar que los rulos se expresaran en toda su dimensión...
Hay por ahí una foto que algún día incluiré en esta autoblografía, donde quedó el testimonio de un momento donde llegué a "plancharme" el cabello, enemistado con los rulos, y aprovechando que Chichita era peluquera...

¡Veinte años!

lunes

Astor Pantaleón Piazzolla y "Cohete"


Ástor tenía que ofrecer un concierto con su quinteto en el Teatro Auditorium.
Cuando llegó a Mar del Plata me pidió que le consiguiera un lugar tranquilo para ensayar con el grupo. El gran pianista Manolo Rego nos facilitó el lugar en su casa del barrio Santa Mónica, y proveyó los atriles. Allí, en un cuarto de escasas dimensiones me dí una "panzada" musical: fui el único espectador de todo el ensayo, teniéndolo a Astor a menos de medio metro mío. Como médico, me impresionó vivamente su mano derecha, que era la que tenía frente a mis ojos: aislada del bandoneón, podría decirse con propiedad que era una mano deforme, pero en contacto con el teclado del Doble A, la deformidad de esos dedos se transformaba en una perfecta adaptación a los botones, como si manos y bandoneón fueran componentes inseparables de un único instrumento.
¿Por qué lo de "Cohete"?

La explicación está en:
http://astorpantaleonpiazzolla.blogspot.com

jueves


Con Majo, en Mardel

lunes


Lecuna y Borges, en Villa Victoria.

Tuve la dicha de conocer y tratar al máximo escritor de la lengua castellana. El impacto que produjo en mi vida fue tal, que significó una bisagra en lo ideológico, lo estético y lo ético.
Fruto de la constante lectura de su obra, surgió en mí la necesidad de expresarme a través de la literatura.
Fruto del contacto personal con Georgie, hay varias entrevistas dignas de olvido, algunas de las cuales el internauta arriesgado que no pueda conciliar el sueño podrá encontrar en algún lugar de Internet...

Georgie

Con Borges

domingo


Martín Caparrós

Marcelo Bonelli

Marcos Aguinis

Jorge Lanata

con Bernardo Kliksberg

viernes


A faithful love...

Ciberadicto yo????????

domingo

La Famosa Patota Cultural


Como una forma de desprestigiar la incursión de los trabajadores de la cultura en el mundo de la política, ciertos espíritus reaccionarios coincidieron en referirse al grupo que acompañó el reingreso de Argentina al camino de la democracia, con el apelativo de la "patota cultural".
Lamentablemente, y desde mi punto de vista, fueron más las decepciones que los logros, más las frustraciones que las satisfacciones, a punto de considerar mi incursión en la política (fui en dos ocasiones Coordinador de Gabinete de la Secretaría de Cultura de la Nación), como un exitoso fracaso...
El único mérito que pude aquilatar, fue que en las dos ocasiones que estuve, y con el mismo cargo, (1983/84 y 1988)... me echaron. Y dada la jerarquía administrativa y la calidad operativa del primero y el último secretario de cultura del alfonsinismo, considero un logro en mi carrera de administrador cultural, haber sido expulsado de la función pública con iteración.
(Años atrás, durante la gestión socialista del intendente Fabrizio, el mediocre secretario de gobierno y portador de nombre y apellidos ilustres, don Teodoro(h), un geronte someramente lustrado que lamentablemente no obtuvo ningún elemento genético de su capacitado padre, se encargó de sacarme de mi cargo de Director de Cultura de mi ciudad natal, Mar del Plata. Sin saberlo, su decisión me prestigiaba porque mrcaba un absimo entre mi gestión y la de él. el tiempo se encargó de poner las cosas en su lugar. En la revista Noticias y Protagonistas del 1º de septiembre de 2002, el periodista Juan Pablo Neyret afirma que "En 1982, el por entonces secretario de Gobierno de la comuna durante el comisionato de Luis Fabrizio, Teodoro Bronzini (h), apartó de su cargo al mejor director de Cultura que haya tenido Mar del Plata en las dos últimas décadas, Luis Alberto Melograno Lecuna. La razón era muy simple: Cultura corría a doscientos mientras la Municipalidad iba a veinte...
Aquí alcanzo a distinguir, entre otros, a Juan Carlos Dual y China Zorrilla (al fondo a la izquierda), Beto Brandoni (un "santo" que no figura en mi devocionario), Magdalena Ruiz Guiñazú, Marta Bianchi, Onofre Lovero, Eduardo Belgrano Rawson tapado por Diana Maggi, el descontracturado Pacho O'Donnell en el suelo, mi esposa Fátima de brazos cruzados, yo y a mis pies María Herminia Avellaneda, la querida María Ester de Miguel y la historiadora María Sáenz Quesada (ambas tapadas por la cabeza quemada de Javier Torre, y adelante de él, el flasheado Marcos Aguinis)
En esta foto estamos en mi casa, muy atentos escuchando a quien era entonces el candidato a Presidente de la Nación y contrincante de Carlos S. Menem, un cordobés que usaba un lápiz rojo y que quizás por sanidad mental ya ni recuerdo su nombre, y al que posteriormente el ingenio popular bautizó "aloe vera", porque "cuando más lo investigaban, más propiedades le encontraban..."
Faltan muchos integrantes de la "patota cultural", como nos llamaba entre otros Sergio Velazco Ferrero: Manolo Antin, Ricardo Wullicher, Mirta Arlt (la hija de Roberto), el "Chani" Inchausti, y quien a mi juicio, es uno de los más lúcidos intelectuales argentinos, y quien debía haber sido el Secretario de Cultura de la Nación en 1983: Luis Gregorich. Pero ente gallos y medianoches, apareció Brandoni, se lo "chamuyó" a Alfonsín a favor de su amigo, que era alguien con mucha chapa como dramaturgo pero un inepto total como administrador cultural, que encima no había participado en las elaboraciones de las comisiones del Centro de Participación Política, agrupación que nos nucleaba. este nefasto personaje le dediqué un relato que fue publicado en el libro "Colecticia Borgesiana": "El indigno reemplazante Carlos Ortigazos".
Allí cuento los avatares de los hombres y mujeres de la cultura en la función pública a principios de la decada del ochenta, cuando todos compramos el discurso de la ética y la transformación social y cultural del país que proponía el discursista Raúl Ricardo.

sábado


Majo

atardecer esteño

Conferencia en el Centro Cultural Pueblo Blanco. En la foto, con Mariano Grondona, Manuel Mora y Araujo, Lorge Lanata y Nathaniel Nash. Fue en enero de 1993.

Veranos Felices...
"Páginas de Enero", el programa de la FM 95.1

martes


Sobre fondo de oro, cinco estrellas azures de ocho puntas. Sobre fondo de gules, un ave mitológica coronada y una flor de lis estilizada en sable, y cinco abejas de oro

jueves


Natura Morta - Olio su tela

miércoles


Con Jaime

martes

Y NO TENGAN TEMOR


El tosco pedazo de piedra cordobesa gris azulada que constituye la lápida borgesiana se obtuvo de las Sierras de Punilla y fue esculpido en un taller ubicado en el mítico barrio de Palermo.
En el frente se aprecia debajo del nombre de Georgie, un sobrerrelieve con siete guerreros durante la heroica defensa de las costas británicas en Maldon, cerca de Essex, en agosto de 991.
Debajo, se lee "and ne forhtedon na" (y no tengan temor), que es parte del verso 21 de un poema sin principio ni fin conocido, al que se lo cita como "The Battle of Maldom", escrito en la lengua anglosajona predecesora del idioma inglés:

Ða þær Byrhtnoð ongan beornas trymian,
rad and rædde, rincum tæhte
hu hi sceoldon standan and þone stede healdan,
and bæd þæt hyra [randas] rihte heoldon
fæste mid folman and ne forhtedon na.

Then Byrhtnoth marshalled his soldiers,
riding and instructing, directing his warriors
how they should stand and the positions they should keep,
and ordering that their shields properly stand firm
with steady hands and be not afraid.

El poema fragmentario relata parte de los avatares que llevaron a la muerte al estultamente confiado e ingenuo Beorhtnoth, hijo del Duque de Essex, que se dejó convencer por Analf, su astuto adversario, y le permitió cruzar el brazo del río del Agua Negra, para que pudieran disputar una batalla "más justa y limpia". El tema es que de otro modo los nórdicos no hubieran podido doblegar a la sólida defensa inglesa, y con este ardid que apeló a la excesiva caballerosidad de Beorhnoth, éste terminó su vida en la contienda, con su cabeza separada del cuerpo.

Finalmente, a la izquierda del monolito, una cruz de Gales, y los años de nacimiento y muerte de JLB

En el reverso de la lápida, como es sabido, hay un texto en escandinavo antiguo con un fragmento de la saga de los Völsungos: "Toma la espada Gram y la coloca desnuda entre ellos", usado por Borges como acápite del cuento "Ulrica", de El Libro de Arena, y una dedicatoria: "De Ulrica a Javier Otárola".

lunes


saxo explícito

domingo


Busto de Borges (Donado a la Asociación Borgesiana de Buenos Aires)

Programa "Paginas de Enero"

Con Enrique V. Iglesias, del BID

Con Grondona

i Melograna


Carlos, Mace, Majo, Diego.

En Machu Picchu, abril 2004

Con Majo

sábado

Albacete, Spain, april 2007

Ahmed Al Damrawy (Egipto), Mark R. Ginsberg (USA), Luis Alberto M. Lecuna (Argentina), Taj Hamad, Secretario General de la World Association of Non-Governmental Organizations (Sudan), y Susan M. Thorne (New Zeland).

Albacete, España, abril de 2007


Conferencia de Clausura, Congreso Mundial de Educación de la Infancia para la Paz.

martes


Sorpresa al llegar a Caracas!

lunes

Futuro Perfecto

Si me muero, quiero, vivir en un sepulcro de madero-pulcro. Un cajón vertical, con tapa arriba, para que quede parado, con los pies paralelos al suelo, pues no quiero ver crecer las plantas desde abajo, como todos, sino a mi lado, para que ellas comparen que también yo fui raíz-pies y tallo-cuerpo y para que comprendan lo que es cierto: esa savia que comienza a manar lozana algún día formará parte de un cuerpo muerto.
Un sepulcro vertical, sin horizonte plano, con meta celestial en un punto recóndito, distante, sin final, Muerto pero de pie, como debe ser, sin sueño eterno, en cama forestal, pero parada.
En vano se sorprenderán al principio los gusanos que buscan la carroña al ver el madero sin ancho, dispuesto a lo largo en el compacto paraje subterráneo.
Se sentirán equivocados, sin brújula, desorientados, pero igual realizarán su trabajo: corroerán el leño noche y noche (bajo la tierra no existe el día), y llegarán al cuerpo que alguna vez fue vida, y comenzarán la tarea de transformarlo en tierra, alimento vegetal, cimiento, abono productivo de florido huerto.
Y ya no seré muerto sino comida: fresca lechuga, sabroso tomate, vino de uva. Y estará mi cuerpo, molécula extraviada, en casas, cuerpos vivos y ensaladas, en el ardiente beso de dos amantes, y en el ladrillo simétrico de una escuela distante.
Y mi mente ... mi mente estará en mis hijos, que son la muerte superada, la continuación, el sentido, la meta, que no terminará en ellos, sino que seguirá en sus hijos...Y así mi mente, que es la mente de mi padre, se verá mil y mil veces multiplicada, y en su destino enriquecida a cada instante, pues así vale la pena vivir la vida, ¡porque es vida y es camino!
Pero necesito estar un tiempo solo, cuerpo y mente en el sepulcro, sin que nadie nos alcance. Es lo oportuno: mente y cuerpo siglo veinte planificando el veintiuno, haciendo por fin el balance.
Tendré miedo que se apuren los gusanos de afuera, porque los de adentro me esperan. Tendré miedo que trabajen con afano y perforen mi madero...
Si me muero, concluido ya el desenfreno y con la paz que espero, quiero vivir en San Leo mirando hacia el Tirreno, en un sepulcro vertical y de madero, pero de madero duro que es más duradero. ¡Menuda tarea la de mis herederos!

domingo

Epílogo

Según consta en el famoso Glosario Informático del hebdomadario francés "Le Temps Stratégique", el tratamiento de la información mediante el uso de la figura retórica que consiste en proponerse alguien la objeción que otro pudiera hacerle para refutarla de antemano, es la característica distintiva de la prensa de anticipación. Dicho ejercicio intelectual que integraba la literatura con el periodismo, la investigación prospectiva con el rigor científico, fue un recurso de uso común en la primera mitad del siglo veintiuno, según constará, al igual que el presente hipertexto, en la Enciclopedia Sudamericana que se publicará en el año 2074, en ocasión del segundo centenario de la fundación de la llamada Ciudad Feliz.
Melograna Lecuna, Alberto Luis Gonzalo: Polígrafo y multididacta nacido en la ciudad de Mar del Plata en la segunda mitad del siglo veinte, y fallecido en la primera del siglo veintiuno en fechas que se ignoran dada su condición de intelectual ignoto por propia decisión.
Por las originalidad e innovación, ideas progresistas, idealismo y creatividad que se observan en las numerosas web semánticas y bitácoras electrónicas interactivas que gestó, se deduce que nació bajo el signo de Acuario, lo cual no es un dato menor.
Tuvo dos padres, aunque quien lo engendró murió sin saber que iba a tener un hijo, y quien lo formó se consideró por justo derecho, su único padre. Una madre solícita y primera educadora, logró sin otro conocimiento que el amor, enseñarle a leer y escribir a partir de los dos años, lo cual no se sabe si es una sorprendente virtud o un mero dato para la estadística.
Seis abuelos, entre los que se destacó por sus cuidados y amor infinito la burgalesa doña Áurea Arroyo Sainz, natural de Jaramillo Quemado, varios tíos maternos que le dispensaron el trato de hijo adoptivo y hermano menor (en especial Héctor Horacio), y muy particularmente la tía paterna Beatriz, que ofició de hada madrina en primerísimo grado, lograron crear el clima propicio para que el niño creciera desarrollando sus potencialidades y talentos más allá de lo previsible.
Educado con esmero en un ambiente salesiano e iñiguista, supo recibir de sus mentores el amor por la educación, las ciencias y las artes, la búsqueda de la verdad y el perseguir la rectitud, lo cual lo llevó por un lado al cultivo de múltiples disciplinas, y por el otro, a vivir traumáticamente la contradicción existente entre los valores humanos positivos en los que fue educado, y la realidad sociocultural del país emergente, individualista y corrupto que le tocó en suerte vivir. Sus preferencias por las artes plásticas se debieron a la influencia de su maestro Aristodemo Marcángeli y del escultor Pablo de Robertis. Su interés por la ética y la filosofía, se desarrolló bajo la sombra bienhechora de iñiguistas como Quiles, y del tzadik Jaime Barylko.
Su pasión por la literatura, no tiene otro responsable que José Francisco Isidoro Luis Borges, autor y autodidacta cuya biografía resumida se encuentra ut supra en esta Enciclopedia Sudamericana. A través de Borges se interesó con fruición por la prosa y poemas eruditos y por los heterónimos al estilo pessoano, recurso que cultivó con minucioso esmero, como una forma de vivir otras vidas y ejercitar una literatura diversa en temáticas y estilos.
Ejerció como artista el dibujo, el grabado, la pintura y la escultura, ganando algunos interesantes premios, pero se encargó de que su obra pasara al olvido, para evitar perder las delicias del anonimato. Perpetró con iteración atentados sonoros con su saxo y su guitarra, que se consolidaron en ciertas baladas románticas de simple factura y fácil olvido. En este último caso, fue notoria la influencia de Nano, un cantautor emblemático vecino de Camprodón, que sobrevivió a las décadas a fuerza de talento. Pensó en ser escritor, músico, pintor, escultor, pero llegó a la sabia conclusión que después de la respectiva existencia de Borges y Cortázar, Serrat y Piazzolla, Marcángeli y Cézanne, Buonarotti y Henry Moore, no tenía sentido perseverar en ese tipo de intentos.
Su paso por los claustros universitarios, de donde egresó con honores como médico, le imprimió a su vida un ritmo de esfuerzo personal, pasión por la investigación y capacidad de sacrificio que erróneamente pensó por aquel concepto de las “profesiones - sacerdocio”, que encontraría su espejo en el campo de la educación, lo cual lo llevó, junto con la debacle económica del país del sur, a una profunda decepción que resintió tanto a su salud como a su economía, a límites intolerables.
Alcanzó inmerecido renombre después de su óbito, debido a equívocos telemáticos. La presencia en la hiperweb sobrepasó a su vida física, al punto que esporádicamente sigue apareciendo en el hiperespacio virtual alguna web lingüística interactiva tridimensional cuya autoría se le adjudica. De todos modos, el renombre póstumo no alteró su voluntad de disfrutar en vida del anonimato, y de no integrar la categoría de los altamente discutibles “famosos” que dominaron la escena vernácula a lo largo de las décadas que van desde el fin de siglo pasado al principio del siglo que termina.
Dedicó todos los esfuerzos intelectuales y económicos propios y de su familia en pos de la educación y en la utopía de la transformación moral, social y política de su país, con los previsibles resultados que se podían obtener en un país decadente como la Argentina.
Fue propulsor del integracionismo educativo, una postura de avanzada que no pudo ver implementada en la práctica en toda su magnitud, en parte por el clima de incomprensión que rodea indefectiblemente a los innovadores, y en parte porque la idiosincrasia de la época no era proclive a los esfuerzos extra, a la investigación en la acción, a capacitarse sin tregua y trabajar al límite del sacrificio, ni a anteponer el sentido de trabajo en equipo, la solidaridad extrema y la visión compartida, al patológico individualismo que cultivaban los argentinos.
En este último sentido, Lecuna recordaba siempre las palabras vertidas por Borges en 1946: “Dado que los gobiernos suelen ser pésimos o al hecho de que el Estado es una inconcebible abstracción, el argentino no se identifica con el Estado. Por ello el argentino es un individuo y no un ciudadano". Y remataba el aserto de Borges con sus propias palabras: Lecuna insistía en que “un país sin ciudadanos, nunca se podrá convertir en una Nación”.
Afecto a la verborragia, y como buen integracionista, las leyendas virtuales dicen que sus últimas palabras fueron en realidad un extenso discurso en el que no faltaron entre un centenar de pensadores y apostillas de su propio cuño, citas de Peter Senge, aporías de Ernesto G. De la Serna, greguerías de Ramón G. De la Serna, reflexiones de René Favaloro, Edward Deming, Mariano Moreno, Mariano J. Windis, Enrique Cadícamo, Humberto Maturana, Pascual Contursi, Joaquín Sabina, Immanuel Kant, Raúl Soler, Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y del lobense Juan Domingo Perón. Las dudosas crónicas de la época coinciden en que sus últimas palabras fueron un mix de los dos últimos autores citados: “Ay, patria mía, esto se acabó..”