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Uno de los principios irrenunciables de la vieja imaginería popular era el famoso apotegma: "Si está gordito está sano", razón por la cual todo el mundo estaría más que feliz al contar en la familia con un bebé tan rozagante, pletórico de rollos y ávido comensal. En esa época había un corredor automovilístico que no le perdía pisada a Juan Manuel Fangio, y que era famoso por sus dimensiones cefálicas.
Los pícaros tíos maternos del niño, al apreciar la similitud, no tardaron en darle el primer apodo al pequeño: "Froilán González".